23 de agosto, 2018 | Rossana Solorzano | Radio Tele
México tenía pocas preseas en aquellos juegos Olímpicos, dos para ser exactos. Un bronce en clavados sincronizados plataforma 10 metros con Paola Espinosa y Tatiana Ortiz, y el inolvidable oro que Guillermo Pérez obtuvo el 20 de agosto en la categoría de -58 kilogramos del Taekwondo.
Para María del Rosario, la presea de Memo Pérez fue un impulso. “Cuando Memo ganó lo que pasó en mi mente fue: ‘yo también puedo; Memo ganó y entrenamos con la misma guía, yo también puedo hacerlo’. Pero a la vez había esa presión de, ahora vas tu”. La única esperanza de sumar una medalla más para la delegación mexicana era aquella joven de 20 años y 1.73 metros de altura en la categoría de +67 kilogramos.
Un buen descanso, una buena alimentación y el apoyo de todo el equipo que procuró en todo momento, antes del día de competencia, distraerla para alejarla de la presión, ayudaron a que los nervios se disiparan y que la concentración y el objetivo principal no se perdieran.
“Una de las piezas clave era mi primer combate, el sentirme con esa seguridad y con esa preparación de ir avanzando poco a poco, pero sabía que el primer combate era el decisivo”.
Tras sortear los dos primeros combates, María del Rosario Espinoza se instaló en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. En la pelea que definió a su rival, la china Chen Zhong había ganado de manera polémica a la británica Sarah Stevenson. Segundos antes de terminar el combate, Stevenson conectó una patada en el rostro de Zhong que los jueces no validaron.