4 de noviembre, 2020 | Usuario Radiotele | Radio Tele
En su portal La Vanguardia informan que abatidos unos, eufóricos otros pero exhaustos todos, los estadounidenses despertaron ayer a la perturbadora visión de una fractura nacional mucho más profunda de lo que pensaban antes de ir a las urnas, mientras demócratas y republicanos se enzarzaban en una tensa batalla, voto por voto, tribunales mediante, por hacerse con la Casa Blanca.
Donald Trump resistió mejor de lo esperado. Pero anoche, después de 24 horas frenéticas, Joe Biden mantenía serias opciones de convertirse en el próximo presidente de EE.UU. Hacía 120 años que el país no acudían a las urnas con tanto entusiasmo. Votaron unos 160 millones de personas, el 66,9% del electorado, según las primeras estimaciones. Pero su veredicto sobre los vertiginosos cuatro años de presidencia de Trump no fue tan rotundo como unos y otros esperaban.
No hubo ni una ola azul (el color de los demócratas) que repudiara el legado del presidente ni una marea roja (el color de los republicanos) que uniera el país bajo su liderazgo. Al borde de un ataque de nervios colectivo, Estados Unidos asistió en cambio a una reedición, una suerte de déjà vu, de las elecciones del 2016, cuando el ganador se decidió por 77.000 papeletas en tres estados, pero esta vez a cámara lenta porque la batalla puede alargarse días o incluso semanas.
Veinticuatro horas después del cierre de los colegios electorales, el último recuento situaba a Biden por delante de Trump en número de votos del colegio electoral. Los candidatos libran en estos momentos su duelo final en el mismo territorio que sentenció las anteriores elecciones: los estados del antiguo cinturón industrial del país. Si entonces un puñado de votos inclinó entonces la balanza a favor del republicano, este año, con una división muy similar, el favorecido sería el demócrata.